La noche de los difuntos

A pesar de que en la actualidad el día de Todos los Santos carece prácticamente de sentido espiritual para la mayoría de la gente y ha pasado a ser un día más de fiesta y negocio para las floristerias en sus orígenes tuvo un significado más profundo.

En el siglo VII la Iglesia Católica establece el 1 de noviembre como el día en que se conmemora a los Santos. Antes de esto la festividad ya existía como fiesta pagana, que por supuesto la Iglesia en un alarde más de respeto a las demás creencias se propuso eliminar.

Los celtas denominaban Shamain a la noche de los difuntos. En ella se invocaba a los difuntos, para lograr su protección y rendirles culto. Además creían que en ese día no había fronteras entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Y por tanto podían relacionarse con ellos. La creencia celta en la vida más allá y en el hecho de que no podían ni debían regresar propició que intentaran por todos los medios evitar el retorno de los muertos. Hacían de su casa un lugar poco acogedor, se vestían con ropas viejas, incluso se disfrazaban de muerto para que les resultara poco acogedor a sus difuntos regresar y prefirieran quedarse al otro lado. Ese pudo ser un punto de partida a la tradición de disfrazarse que existe hasta nuestros días. Los Druidas (sacerdotes de los celtas) creían que esa noche el señor de la muerte convocaba a los espíritus malignos, para rechazarlos encendían grandes hogueras.

Otro dato que podría explicar que se celebre este día como una fiesta es que los celtas veían este día como el fin del verano o tiempo de luz. Lo que para ellos era como decir que el 1 de noviembre empezaba el nuevo año.