A mediados del siglo XIX Manuel Blanco Romasanta, natural de Requeiro fué procesado oficialmente como hombre lobo. Oficialmente lo llamaron "Causa 1788, del Hombre Lobo", y así consta en el Archivo Histórico del Reino de Galicia.
Romasanta era un vendedor ambulante que conocía muy bien las tierras por donde se movía. Conocer caminos y atajos en aquella España era un punto muy favorable para cualquier persona y el los dominaba a la perfección. Fué el primer asesino en serie de España. El personalmente confesó haber matado a 13 personas pero convertido en "hombre lobo". Los mataba y se los comía. Es decir, asesino y canibal.
Relato como se convirtió en hombre lobo al encontrarse con dos lobos que tambien resultaron ser hombres lobo y con los que luego estuvo un tiempo haciendo fechorías cuando se transformaban. Su modus operandi, era siempre igual: engañaba a su víctima, prometiendole que le iba a llevar a casas pudientes para que sirvieran en Santander, y estando en el corazón del bosque las asesinaba y les robaba todo. Después regresaba y les decía a sus familias que se encontraban muy bien en su nuevo destino.
Lógicamente los parientes querían saber noticias de sus familiares. Noticias, que por otra parte, nunca llegaban. Al pasar el tiempo y no saber nada de sus personas queridas empezaron a pensar que algo malo les había pasado. Así que cuando veían a Blanco Romasanta le preguntaban. Pero tenía un as en la manga, y es que, dado el analfabetismos de la época, el se ofrecío a leerles su cartas, escritas de su puño y letra.
El fallo que tuvo fué vender la ropa de sus víctimas. En aquel tiempo cada ropa tenía mucho valor en la España profunda, y por tanto, fueron reconocidas al final por dos de los hermanos de las mujeres muertas que un buen día vieron como otra mujer llevaba ropas propiedad de su hermana. Esto acabó en denuncia contra Romasanta. El cual, al enterarse, desapareció. Sería detenido en Toledo.
Durante el juicio el dilema era determinar si era un enajenado o un simulador. La diferencia sencilla: el psiquiátrico o el garrote vil, la muerte.
En la época se optó por considerarlo lo que modernamente se ha llamado un psicópata. Pero en la actualidad se sabe que estos sujetos son esquizofrénicos paranoides, afectados de un delirio de transformación en los que subyace un sadismo zoofílico. Es decir, enajenados que creen ser hombres lobo.
Al final no se optó por considerarlo un psicópata sino un psicótico, se le condenaría al garrote vil, que había sustituido a la horca en 1809 por el rey José Bonaparte. Sin embargo, la suerte se alió con Romasanta. Isabel II revocó, el 24 de julio de 1853, la sentencia de muerte y la conmutó por la pena de cadena perpetua. La razón: un hipnólogo francés, el profesor Philips defendía que no era capaz de distinguir entre el bien y el mal y solicitaba someterlo a hipnosis.
Blanco Romasanta no volvió a ser libre nunca más. Murió años más tarde en la carcel.
Romasanta era un vendedor ambulante que conocía muy bien las tierras por donde se movía. Conocer caminos y atajos en aquella España era un punto muy favorable para cualquier persona y el los dominaba a la perfección. Fué el primer asesino en serie de España. El personalmente confesó haber matado a 13 personas pero convertido en "hombre lobo". Los mataba y se los comía. Es decir, asesino y canibal.
Relato como se convirtió en hombre lobo al encontrarse con dos lobos que tambien resultaron ser hombres lobo y con los que luego estuvo un tiempo haciendo fechorías cuando se transformaban. Su modus operandi, era siempre igual: engañaba a su víctima, prometiendole que le iba a llevar a casas pudientes para que sirvieran en Santander, y estando en el corazón del bosque las asesinaba y les robaba todo. Después regresaba y les decía a sus familias que se encontraban muy bien en su nuevo destino.
Lógicamente los parientes querían saber noticias de sus familiares. Noticias, que por otra parte, nunca llegaban. Al pasar el tiempo y no saber nada de sus personas queridas empezaron a pensar que algo malo les había pasado. Así que cuando veían a Blanco Romasanta le preguntaban. Pero tenía un as en la manga, y es que, dado el analfabetismos de la época, el se ofrecío a leerles su cartas, escritas de su puño y letra.
El fallo que tuvo fué vender la ropa de sus víctimas. En aquel tiempo cada ropa tenía mucho valor en la España profunda, y por tanto, fueron reconocidas al final por dos de los hermanos de las mujeres muertas que un buen día vieron como otra mujer llevaba ropas propiedad de su hermana. Esto acabó en denuncia contra Romasanta. El cual, al enterarse, desapareció. Sería detenido en Toledo.
Durante el juicio el dilema era determinar si era un enajenado o un simulador. La diferencia sencilla: el psiquiátrico o el garrote vil, la muerte.
En la época se optó por considerarlo lo que modernamente se ha llamado un psicópata. Pero en la actualidad se sabe que estos sujetos son esquizofrénicos paranoides, afectados de un delirio de transformación en los que subyace un sadismo zoofílico. Es decir, enajenados que creen ser hombres lobo.
Al final no se optó por considerarlo un psicópata sino un psicótico, se le condenaría al garrote vil, que había sustituido a la horca en 1809 por el rey José Bonaparte. Sin embargo, la suerte se alió con Romasanta. Isabel II revocó, el 24 de julio de 1853, la sentencia de muerte y la conmutó por la pena de cadena perpetua. La razón: un hipnólogo francés, el profesor Philips defendía que no era capaz de distinguir entre el bien y el mal y solicitaba someterlo a hipnosis.
Blanco Romasanta no volvió a ser libre nunca más. Murió años más tarde en la carcel.
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